martes, 24 de febrero de 2015

Paula


Su mirada azul se perdía más allá de los cristales, ese mundo al otro lado de la ventana la estaba esperando. Su profesora, el personal de apoyo, incluso sus compañeros le estaban preparando para enfrentarse a la hostilidad de la sociedad. Pero ella no comprendía, no entendía la necesidad de ese sufrimiento, sólo quería jugar con su muñeca, a ella le podía contar sus secretos, sus miedos, sus idas y venidas.

Paula no estaba preparada para vivir en un mundo que la rechazaba por su condición.

Siempre abrazada a su muñeca, siempre expectante, siempre en silencio, siempre sonriendo. Escondida tras sus gafas observa a ese niño que invade sus sueños, lo mira con la inocencia de una niñez que conservará siempre, con la candidez de la niña alojada en su mente.
Llama su atención de la única manera que sabe hacerlo, con la torpeza de la inocencia. Pero él no comprende que Paula no lo sabe hacer de otra manera y se molesta, le molestan sus empujones, sus torpes juegos, sus persecuciones por los pasillos, sus babas, incluso a veces su presencia, porque está cansado de que le digan que la pobrecita Paula no sabe lo que hace.
Porque un niño que apenas sabe leer no comprende que le peguen para llamar su atención o que al llegar a casa y abrir su mochila para hacer los deberes se la encuentre llena de trozos de papel, o que todos sus lápices de colores estén chupados y mordidos por una boca que no sea la suya.
Porque un niño que apenas sabe leer no comprende que Paula sea una pobrecita, porque se siente acosado, se siente indefenso ante una situación que, cómo niño que es, no entiende.
Pobrecita Paula, no sabe lo que hace, le repiten una y otra vez en la escuela. Pero él no comprende y se queja, se queja de la única manera que sabe hacerlo, con la indiferencia.

Paula es una niña con necesidades especiales que le cuenta a su muñeca cómo ese niño que tanto le gusta no le hace caso, que en el recreo se siente sola, y no entiende que su idioma no le guste a nadie. Pero no le importa, ella tiene a su muñeca aunque nadie más  pueda verla.

Pero Paula no es pobrecita, Paula es una niña especial que necesita que la enseñen a relacionarse, a convivir en la sociedad que le ha tocado vivir. A integrarse en un mundo de niños donde los adultos no tenemos cabida.
Paula no está preparada, no, pero ¿lo estamos los demás?

2 comentarios:

  1. Me encanta...
    Gracias, Dolo, por mostrarnos un mundo infantil que los adultos no comprendemos ;)

    ResponderEliminar
  2. Es conmovedor, Dolo. Gracias por compartirlo.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar